Teleformación, la formación online a través de los cursos en Línea Masivos y Abiertos (o MOOCs, según sus siglas en inglés) están en auge: cada vez más alumnos los eligen como camino para formarse sin costos y desde la comodidad del hogar. En EEUU, incluso hay quienes dicen que ellos serán el futuro de la formación académica. Sin embargo, expertos alemanes se muestran escépticos sobre las virtudes de los cursos online y ponen el foco en el bajo porcentaje de estudiantes que acaban completando su formación bajo esta modalidad.
MOOCs: Lo bueno
Las ventajas de los MOOCs son indiscutibles: son gratuitos, fomentan la interactividad, no requieren presencia física de los estudiantes y no hay límite de alumnos matriculados. Además, desde el lado de las competencias, los cursos online fomentan que el estudiante aprenda a organizarse mejor y a ser proactivo en su propia formación.
Lo no tan bueno
Entre los aspectos que generan más dudas sobre la efectividad real de estos cursos, se encuentra el bajo porcentaje de alumnos que realmente los terminan. En ese sentido, Udacity, una de las plataformas más conocidas, recientemente publicó que solamente el 14% de los inscriptos concluyen la formación.
¿Cursos para el Tercer Mundo?
Otro punto álgido de controversia es el hecho de que mucha gente termina decantándose por estos cursos, antes la imposibilidad económica de concurrir a la Universidad. Esta realidad, ha llevado a muchos a pensar que los cursos MOOCs podrían conducir a una “”categorización por clases”, donde la gente con dinero podría permitirse una formación universitaria presencial y personalizada, mientras que el resto se tendría que “conformar” con los MOOCs.
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